Espartanos, esta es la página de mi cuaderno de bitácora más difícil de mi etapa como nadador. Por primera vez tengo que escribir sobre un desafío que no he logrado. Me cuesta encajar este golpe bajo, pero sé que contiene una lección de vida que tenía que aprender. Hay que asumirlo, por lo tanto estoy tratando de memorizar hasta la última palabra de la lección con el objetivo de darle la vuelta al fracaso y encontrar lo positivo que debe haber detrás. Siempre hay algo bueno detrás de cada contratiempo, también lo sé.

No paro de darle vueltas a la cabeza para encontrar una respuesta y saber qué sucedió ayer en realidad. Quizá elegí mal las fechas, ya que a principios de julio la temperatura del mar sigue muy baja en el Canal del Norte. También es posible que me hiciera falta más frío, que no fuera suficiente desplazarme hasta Vigo o Castropol tratando de aclimatarme, que necesité aún más entrenamientos de esas características. Tampoco descarto que este final no deseado se deba a una suma de varias cosas y que deberé cambiar la planificación de mi próximo reto.

Lo mejor de todo es que aún sigo aquí para contarlo porque mi equipo me sacó del agua a tiempo, a pesar de que fuera en contra de mi voluntad. Juntos estamos afrontando esta experiencia para sacarle el mejor partido posible. Debo confesar que pasé momentos realmente duros, que el frío se me instaló en los pulmones sin dejarme apenas respirar y que no solo luché contra las corrientes a menos de diez grados, también por no perder el control mental. Me asusté cuando mi hermano Carlos me preguntó por la dirección de nuestra casa y me costó responderle. Y sí, además lloré cuando tuve que aceptar la derrota. Me había preparado para todo, excepto para salir del mar antes de hora.

Pasado ese mal trago y después de un largo descanso meditando con la almohada, me he despertado diciéndome que si hay algo bueno es que yo sigo aquí y que dispongo de energía suficiente para prepararme otra vez. El Canal del Norte seguirá en el mismo lugar cuando regrese y no voy a dejar que pase más de un año hasta que nos veamos las caras de nuevo.

Esta página, por muy triste que me parezca, no es el final, es el principio de otro capítulo, el de un desafío que acaba de comenzar con estas líneas. Sigo soñando.

 

 

 

Como os contaba ayer, es el viento quien ha decidido el día del reto. ¡Por fin! Será mañana, 4 de julio.

Esta mañana hemos tenido una última reunión con el capitán Quinton Nelson y ha considerado que la mejor opción era apostar por el 4. La ventana está abierta hasta el próximo día 10, pero justo a partir del 5 empeora el pronóstico. Si sale todo según los previsto, a las tres de la mañana embarcaré sobre las cuatro en Donaghadee y sobre las cuatro me lanzaré al mar en dirección a la costa escocesa.

Desde que conozco que estoy a pocas horas del cruce, confieso que me encuentro inquieto y que entrenar y andar no es suficiente ejercicio y no logro relajarme. Aún así, ha llevado a cabo mi última hora de entreno en la playa de Donaghadee y la mente me dice que cuento con preparación suficiente para hacerme a la mar y resistir los obstáculos. Me espera una tarde de relax en el hotel e intentar robarle unas horas al sueño para llegar despejado a mi cita en plena madrugada. Estoy contento de tener a mi lado a mi equipo, a Marcos Martínez en nombre de los pacientes de AEAL y a Marián Lozano, que seguirá con su cámara el cruce paso a paso, gracias a la Fundación Asisa.

Me voy a la cama sabiendo que en este desafío no me libraré del viento. Solo espero que sople a mi favor cuando me encuentre en medio del canal.

 

El viento impide concretar cuál será el día del desafío. Hace un par de días que sopla con fuerza en la costa irlandesa y no parece que tenga intención de marcharse. Por ahora, el capitán Quinton Nelson nos ha indicado que no deberá retrasarse mucho la decisión porque tras los primeros días del mes de julio, el pronóstico del tiempo empeorará. Sin embargo, aún no nos ha anunciado cuál será el día. El hecho de que la fecha se retrase no me beneficia, me mantiene inquieto. Ya sé que es solo un día o dos más, pero no me deja relajarme a pesar de que lo intento con bromas y sentido del humor.

Bien temprano, aún sin conocer el dato decisivo de la fecha, he regresado con mi equipo a Donaghadee para entrenar. Han bajado un poco las temperaturas y lo agradezco, necesito ese frío para ponerme a tono. Lo de siempre, una hora en el mar para no perder el contacto con el agua ni la aclimatación.

Algo más tarde, hemos comido algo en el Pier 36, un local que ya es un icono para los nadadores que visitan esta localidad, la mayoría acaba entrando aquí al estar muy cercano a la playa. Su dueño nos ha enseñado las paredes del local donde firman los nadadores que han logrado superar el cruce. La verdad es que se me han puesto los pelos de punta.

 

 

La tarde será larga. Una vez en Belfast, primero debemos comprar algunos enseres y pasar por el aeropuerto para recoger a Marcos Martínez, de GEPAC, que en este desafío representará a los pacientes de la asociación por los que nado.

 

Llegar a Belfast con días de antelación previos al reto para nadar en esta costa y aclimatarme fue mi primer objetivo cuando planifiqué el viaje. Por lo tanto, hoy nos dirigimos más al Norte, a una playa cercana a la famosa Calzada de los Gigantes y entrenar en aguas lo más frías posibles.

Elegimos la playa Runkerry Beach, una tranquila bahía en la que casi nadie se atreve a zambullirse y de hecho hay carteles que alertan del peligro. Es justo lo que necesito, una playa no apta para el baño. Otro motivo es que quiero probar la fuerza de las corrientes trasversales antes de verme las caras con ellas durante el cruce.

 

Mientras nos preparamos para entrenar, algunos paseantes nos alertan del peligro. Les damos las gracias y les aseguramos que no vamos a arriesgar más de lo necesario. Además, le contamos el desafío al que hemos venido y, tras sorprenderse de mis intenciones, nos desean mucha suerte y comprenden el sentido del baño que vamos a darnos.

No tenemos intención de arriesgarnos, ya que no hay nadie que vele por nuestra seguridad, por lo que Selina y yo nos adentramos unos cuantos metros y comenzamos a nadar en línea paralela a la orilla. Ya no queremos pensar en el frío y ni siquiera tomamos la temperatura del agua. Hasta nos parece que está más caliente y es motivo de bromas mientras avanzamos.

Brazada tras brazada, y a pesar de nuestra prudencia, la fuerza de las corrientes que nos arrastran al interior no nos dejan terminar la hora de entrenamiento que nos hemos propuesto y algo antes de lo previsto salimos a tierra.

A pesar de todo, nos sentimos satisfechos con el resultado obtenido. Sobre todo, siento que el obstáculo de las corrientes no me impedirá alcanzar la costa escocesa.

Por último, tras un rato de descanso, terminamos la jornada con una caminata hasta el Rope Bridge, un puente colgante situado a unos 25 metros por encima del mar donde desde hace siglos se pesca el salmón y que ahora se ha convertido en una atracción turística.

El paseo junto a los acantilados es fascinante, a cada paso, el mar exhibe toda su energía, una fortaleza que yo ya he empezado a medir.

Regresamos a Donaghadee. En uno de sus puertos tengo una cita muy importante con el capitán del barco que supervisará el cruce hasta Escocia. Lo único que sé sobre él es que se llama Quinton Nelson y que tiene experiencia con otros nadadores, entre ellos el mexicano Antonio Argüelles que lo realizó el año pasado. Su nombre suena bien: capitán Nelson. Me parece un comienzo positivo. Es el propietario de una pequeña dársena cerrada con compuertas para proteger las embarcaciones de las tormentas y nos espera en una pequeña torre de control desde donde se divisa el horizonte y la costa escocesa que deberé tocar para dar por terminado el reto. Durante las presentaciones deduzco que Nelson es un hombre que vive por y para el mar desde que tiene uso de razón. Lo acompañamos hasta el embarcadero para conocer el London. Nos encontramos en un barco con la capacidad suficiente para acoger a todo el equipo. Además es una nave curiosa, tanto el casco como la cubierta son de hierro y llevan encima muchas capas de pintura. Quinton Nelson nos cuenta que fue concebido hace más de cincuenta años como barco de salvamento y con la fuerza suficiente para navegar entre el hielo. Mientras él y yo cambiamos impresiones, Selina, Rafa, Carlos y Javier comprueban qué nos puede hacer falta para que la travesía resulte lo más cómoda posible.

Tras un rato de conversación, Nelson se siente más cómodo y se anima a darme algún consejo. El más importante es que luche por cruzar el canal antes de doce horas. Después de ese periodo de tiempo lo más probable es que el mar se complique y que las corrientes trasversales me impidan alcanzar Escocia, me puedo quedar atrapado en esa cordillera de olas que llaman el Cementerio de los Sueños porque avanzar hasta tierra resulta imposible. Respiro hondo mientras lo escucho. Trato de no darle mucha importancia, cuantas menos preocupaciones ocupen ahora mi mente, mucho mejor. ¿Cómo puedo combatir esas inquietudes? Nadando. Por eso, tras la despedida vuelvo a entrenar durante una hora junto a Selina en el frío mar de Irlanda.

Mi equipo y yo madrugamos para ponernos en marcha en busca de Donaghadee, un pueblo pesquero situado a unos 26 kilómetros de Belfast. Desde el puerto de esa localidad partirá el barco que me guíe en el desafío y me interesa conocer la costa. Descubro que los naufragios han marcado la historia del lugar y eso me indica que se trata de un mar bravo y complicado, no podría ser de otra manera.

Una vez en primera línea de playa decido entrenar. Se trata de mi primer contacto con el enemigo contra el que voy a medirme las fuerzas en los próximos días. Aunque luce el sol corre una brisa fresca y en cuanto mi cuerpo roza el agua siento el frío, el elemento contra el que he venido a luchar y el que me ha obligado a prepararme durante meses. Decido apartar esa sensación de mi mente y me lanzo al mar junto a Selina y Rafa, mis dos compañeros en el equipo. Me digo que si no pienso en ello dejará de ser importante. Desde la orilla mi hijo me alerta termómetro en mano de que el mar está a unos once grados de temperatura. Once, diez… da igual… lo único importante es nadar y para eso he venido. El mar está tranquilo y durante una hora, brazada tras brazada, trato de acostumbrarme al frío hasta que regreso a la orilla. Sin novedad en el frente. He superado la prueba de fuego.

Un vuelo de apenas tres horas de Alicante a Belfast es el resumen del viaje que emprendimos ayer y con el que dimos inicio a la aventura del desafío. Ya hemos pasado nuestra primera noche en la ciudad más grande de Irlanda del Norte.
Como siempre, lo mejor del camino, ha sido la gente con la que nos hemos encontrado. Han sido muchos los viajeros que han querido saber cuál era el desafío del Canal del Norte que lucimos en las camisetas del equipo. El hecho de que se trate de un reto a nado ha despertado mucho interés, pero también que lo realice a favor de AEAL (Asociación de afectados de linfoma, leucemia y mieloma – www.aeal.es) y que una locura de este calibre cuente con un patrocinio detrás, como el de la Fundación Asisa.
Tras este primer día de emociones, quería mostrar esta fotografía, ya que dos viajeros residentes en Belfast decidieron darnos un donativo para AEAL y apoyar con él la aventura, que esperamos sea tan grande como la capital de Irlanda del Norte o el Titanic, ya que aquí está el puerto en el que se construyó. Eso sí, esperamos que el final del reto sea mucho más feliz.

Chus Sánchez

El deportista, primer español que ha logrado desafíos como nadar el Canal de Molokai en Hawai y el Estrecho de Tsugaru en Japón, recibe el galardón mañana.

La barraca de Hogueras Al final vorem ha decidido reconocer la labor deportiva del nadador en aguas abiertas  Jorge Crivillés, al que han premiado con el título Alicantino del Año. 

El nadador alicantino de aguas abiertas es el primer español que ha logrado desafíos como nadar el Canal de Molokai en Hawai y el Estrecho de Tsugaru en Japón. Sus retos son siempre a favor de los pacientes oncológicos de AEAL (Asociación Española de Pacientes Afectados de Linfoma y Mieloma). Está patrocinado por la Fundación Asisa.

El premio se entregará a lo largo de una comida-homenaje que se celebrará mañana sábado en el restaurante Nou Manolín.

Esta  barraca , formada por un colectivo con una dilatada trayectoria en el mundo de la Fiesta desde su creación en 1983, celebra su 35 aniversario. Fue fundada en  julio  del  año  1983, por barraquers que se unieron para crear un  espacio  abierto  para  que  todos  los  alicantinos  que quisieran  pudieran  disfrutar  de  la  celebración desde  dentro,  ya  que  en  aquella  época  el  acceso a  las  barracas  estaba  bastante  restringido.

Los  tres  primeros  años,  la  barraca  se  montó  en  la  Explanada,  junto  al  hotel  Carlton,  y  los  tres siguientes  en  la  Plaza  de  la  Montañeta.  Desde  el  año  1990  se  monta  en  su  ubicación  actual, en  la  calle   Pintor Cabrera, informa desde la entidad Fernando Martínez.

«Durante  todos  estos  años  han  pasado  por  nuestra  barraca  un  sinfín  de  personas de  alicante  y de  todos  sitios,  haciéndose  famoso  el  aperitivo  de  nuestra  bien  surtida  barra  a  la  hora  de  la mascletà. También  han  pasado  un  gran  número  de  socios  durante  estos  35  años,  desde  los  23 que  formaron  el  primer  año,  hasta  los  22  de  este  35º  aniversario,  venciendo  a  las  distintas crisis  que  hemos  sufrido  durante  esta  época  reciente.  En  la  actualidad,  tan  sólo  queda  un socio  de  los  que  fundaron  nuestra  barraca,  Francisco Giménez Díaz,  que  ha  aguantado  contra viento  y  marea  y  que  sigue  tan  jovial  y  activo  como  el  primer  día», añaden.

Coincidiendo  con  este  aniversario,  el socio  Guillermo Villena  alumbró  la  idea  de  «no  solamente dedicarnos  a  disfrutar  durante  los  días  de   Hogueras  (que  lo  hacemos)  sino  poner  nuestro granito  de  arena  y  reconocer  a  esos  alicantinos  que  hacen  labores  extraordinarias  en  silencio  y que  normalmente  pasan  inadvertidas  para  la  mayoría  de  los  ciudadanos».

Ahí surgió  la  idea  de  instaurar  el premio  de  «Alicantino del Año»  a  una  personalidad  «que  haya realizado  laboresexcepcionales  durante  su  vida,  y  que  lleve  el  nombre  de  Alicante  allende fronteras».

En  este  primer  premio  la barraca quiere reconocer  la  labor  del  nadador  Jorge  Crivillés  Villanueva, «haciéndonos  eco  de  sus  extraordinarias  gestas  por  todos  los  mares  del  mundo,  siendo  el   perfil perfecto para este premio».

FRANCISCO IVORRA – Presidente de Asisa

Entrevistar al presidente de Asisa, Francisco Ivorra, ha sido otro de los desafíos de esta temporada. Para empezar, su agenda es mucho más complicada de lo que os podéis imaginar. A pesar de eso, ante su cercanía y sencillez no tienes la impresión de estar compartiendo charla con uno de los cargos más relevantes del ámbito de la sanidad española. Se incorporó a Asisa en 1978 como profesional de la medicina y tras una intensa carrera como médico y consejero, desde 2003 ostenta el cargo de presidente.

¿Qué cualidades encontró la Fundación Asisa en Jorge Crivillés para patrocinar sus retos a nado?

Jorge Crivillés representa los valores que la fundación Asisa pretende transmitir: esfuerzo, superación personal y trabajo en equipo, además de un estilo propio en la forma de afrontar los retos. Cuando hablas con él percibes una persona tranquila, serena y generosa. Pero la cualidad que más valoramos de él es su humildad, cuenta sus aventuras y desventuras con tiburones, medusas… con total naturalidad.

En definitiva, un excelente deportista y mejor persona, algo que si miras sus éxitos, a priori, parece impensable. Profesionalidad y humanidad, el GPS de Jorge y también de Asisa.

¿Qué consejos le daría a Jorge de cara su próximo desafío?

Quien tiene magia, no necesita trucos, y pocos consejos. Deberíamos aprender todos de esas personas que acercan a nuestros límites y capacidades proezas excepcionales. Tenemos más que aprender que enseñar a personas como Jorge.

¿Por qué decidió la Fundación Asisa vincularse con el deporte?

Asisa es sinónimo de salud y bienestar en su dimensión preventiva y curativa. La esponsorización de retos y proezas deportivas, como el caso de Jorge Crivillés, persigue la visibilidad de nuestra actividad preventiva con la confluencia de valores de una organización que se plantea nuevos retos, abierta al cambio y atenta a las nuevas necesidades. El bienestar de nuestros asegurados es nuestra meta, y también nuestro reto.

Un gran aliado a la hora de practicar cualquier deporte es la medicina como prevención. Asisa dispone de Unidades de Medicina Deportiva para atender esta demanda. ¿Considera que falta concienciación, sobre todo entre deportistas no profesionales?

Deporte y vida sana es un binomio asociado a salud. El concepto de salud integral nos lleva a considerar las diferentes facetas del ser humano: nutrición, deporte, sueño, hábitos, etc. Nuestra organización es pionera en este redimensionamiento del concepto del tratamiento de la salud desde una perspectiva integral e integrada.

Me preguntas por una de ellas, nuestras unidades de medicina deportiva pero, como médico, te digo que son ésta y otras (como nuestra unidad del sueño, la unidad de cardiología, etcétera) las que tenemos al servicio de los deportistas. Recientemente hemos inagurado “Asisa Care” donde estamos enfocando nuestros estudios de genética en el mundo del deporte, algo fundamental, y aún poco conocido.

Hablando de retos, ¿cuál es el siguiente reto de Asisa como organización?

Nuestra filosofía es hacer cada día las cosas un poco mejor, y más fácil la vida a nuestros asegurados. Le recuerdo las cualidades de Jorge a su primera pregunta: excelente profesional y mejor persona.

 

Entrevista: Chus Sánchez