Ha tardado 9 horas y 3 minutos en recorrer los 26 km que separan las dos islas de Nueva Zelanda

El nadador alicantino especializado en travesías de larga distancia Jorge Crivillés ha completado hace unas horas la travesía del Estrecho de Cook y se ha convertido en el primer español que ha completado el desafío de los ‘Siete Océanos’. Este reto, que sólo habían logrado 19 personas en la historia, consiste en cruzar a nado los siete recorridos de mayor dificultad que existen en aguas abiertas en el planeta.

El alicantino ha tardado nueve horas y tres minutos en recorrer los casi 26 kilómetros que separan las dos principales islas de Nueva Zelanda. «Lo he tenido que dar todo, creí que no lo iba a conseguir», dijo a Efe el nadador, quien destacó las fuerzas de las corrientes y la temperatura del agua, a 13 grados, como los principales inconvenientes.

Crivillés, que ha acabado dolorido por una lesión en el codo, dijo que la prueba se complicó «hasta el final» porque tuvo que hacer frente a «una mala mar». «El viento racheado y constante ha sido lo peor», añadió el nadador, quien ya había cubierto con éxito las travesías de Canal de Tsugaru en Japón, el Canal de Malokai en Hawaii, Santa Catalina en Estados Unidos, el Canal de La Mancha y el pasado año el Canal del Norte entre Irlanda y Escocia y el Estrecho de Gibraltar.

El alicantino, de 48 años, tiene previsto regresar a Alicante el 2 de febrero y ha contado con el apoyo de la Fundación Asisa y de la de los pacientes de cáncer de GEPAC, a los que pretende dar visibilidad en cada una de sus aventuras.

Fuente: Marca

El nadador alicantino Jorge Crivillés, especializado en travesías de larga distancia, intentará cruzar el Estrecho de Cook en Nueva Zelanda entre el 18 y el 22 del próximo mes de enero, según ha confirmado a Efe.

La travesía oceánica, de 25 kilómetros de distancia, es la última que le falta para culminar el objetivo de los ‘7 Océanos’, consistente en cruzar a nado los siete recorridos de mayor dificultad que existen en aguas abiertas, reto que aún no ha conseguido ningún español.

Segundo intento

Será la segunda oportunidad en la que intente cruzar este estrecho que separa las principales islas de Nueva Zelanda, entre el mar de Tasmania y el océano Pacífico, en una prueba cuya principal dificultad es la fuerza de las corrientes.

El nadador, que viajará a las antípodas el 13 de enero, ya intentó cruzar el estrecho en el pasado mes de abril, pero las condiciones climatológicas, con fuertes vientos, lluvias y tormentas, aconsejaron aplazar la travesía.

Crivillés ya ha completado las travesías de Canal de Tsugaru en Japón, el Canal de Malokai en Hawaii, Santa Catalina en Estados Unidos, el Canal de La Mancha, así como este mismo año el Canal del Norte entre Irlanda y Escocia, que en 2018 no pudo culminar por hipotermia, y el Estrecho de Gibraltar.

Crivillés afirmó a Efe que la experiencia de cruzar el Canal del Norte fue «terrible», tras completar a finales del pasado agosto el reto de unir Irlanda y Escocia en una travesía de 42 kilómetros en la que empleó casi trece horas.

«Las últimas horas fueron terribles porque el mar se complicó mucho», dijo el alicantino, quien dijo estar «satisfecho» por haber superado una prueba «tremendamente dura», reveló.

«Costó mucho superar el ‘cementerio de los sueños’ (zona de fuertes corrientes), pero estoy muy feliz porque no veía el día de ponerle fin a este canal», indicó en alusión a las numerosas ocasiones en las que viajó para realizar la prueba y no pudo realizarla por cuestiones climatológicas.

Reto solidario

El alicantino, de 48 años, cuenta con el patrocinio de la Fundación ASISA y el apoyo de los pacientes de cáncer de GEPAC, a los que pretende dar visibilidad con diversas iniciativas en cada una de sus aventuras.

El pasado 3 de Abril se realizó la presentación oficial del reto en la Clínica Vistahermosa de Alicante. Leer más

El cardiólogo Juan Antonio Quiles alerta del riesgo que implica la falta de control médico en pruebas deportivas de alta intensidad

Un ecocardiograma es la prueba diagnóstica a la que todo deportista debería someterse al menos una vez en la vida. Además, por encima de los 40 años sería preciso de forma anual afrontar un test de esfuerzo o ergometria. Si has dado el paso de mantener un ritmo de entrenamiento constante y participar en competiciones, ni siquiera deberías dudarlo. Por mi parte, trato de cumplir con estos requisitos y, una vez más, acudo a realizarme mi revisión en la Clínica HLA Vistahermosa. Creo que es el momento, un par de semanas antes de embarcarme para el reto a nado en el Estrecho de Cook.

         Mientras estoy en la consulta decido que sería positivo escribir en mi web sobre este tema. Cuento con amigos nadadores y corredores que se someten a entrenamiento físico casi a diario y que ni siquiera han pensado en el riesgo para su salud que ese descuido puede acarrearles. Entre ellos hay jóvenes, pero también deportistas que han superado la barrera de los 40 años.

         Por curiosidad, antes de acudir a la consulta he estado echando un vistazo a algunas estadísticas. Por ejemplo, la Federación Española de la Medicina del Deporte calculó en 2018 que cada año, más de un centenar de personas que fallecen de muerte súbita está asociada al ámbito deportivo. El dato que me ha resultado más increíble es que el 95% de los fallecimientos se podrían haber evitado perdiendo unos cuantos minutos en el médico. Las cifras me alertan de la falta de concienciación a pesar de la tendencia social de cuidarnos físicamente.

         En esta ocasión me atiende el cardiólogo Juan Antonio Quiles. Compartimos  mis impresiones y algunos de estos datos mientras me preparo para la revisión. En su opinión, “a partir de los 40 años lo que interesa es descartar la aparición de una enfermedad coronaria. Es, sin duda, la responsable de los momentos desagradables que se producen durante una competición de alta intensidad”.

         El doctor Quiles se muestra contundente cuando me explica que aún detecta un alto nivel de despreocupación entre los deportistas a pesar de que se trata de su corazón. Para este experto, un factor que debería cambiar es “la falta de control por parte de los organizadores de las pruebas deportivas. No exigen de antemano este tipo de revisiones, cuando son un elemento clave para la salud y el deporte.”

         Siento que tiene toda la razón cuando dice que “es increíble la inversión que algunos deportistas realizan en equipamiento, como bicicletas o zapatillas, mientras no piensan en invertir en salud con una simple revisión. Incluso he llegado a detectar, en alguna ocasión, casos de personas que han ido a quirófano directamente.”

         Para someterte a un ecocardiograma basta con tumbarte en una camilla y relajarte mientras los ultrasonidos de la máquina rastrean tu corazón. En mi caso no tardé más de quince minutos y tuve que esperar otros cinco o seis para recibir en mano mi informe, que constataba que mi órgano está en perfecto estado. Ni siquiera es necesario tomar ningún medicamento previo ni estar en ayunas. Le pregunto al doctor las consideraciones que debería tener en cuenta cualquier deportista antes de entrenar y la respuesta es muy sencilla “considerar si tu nivel de preparación es excesivo o si no se ajusta a tus condiciones físicas. No hay que competir contra uno mismo, siempre hay que tener claros tus límites.”

        

 

El próximo mes de abril estaré atravesando a nado el Estrecho de Cook, en Nueva Zelanda. Son aguas agitadas, bravas, clasificadas como unas de las más peligrosas del mundo. Es el paso que utilizaron los pioneros europeos del siglo XIX para explorar el continente. En esta ocasión, me aventuro a nadar entre corrientes que provocan las mareas, vientos y tormentas eléctricas que unen las islas Norte y Sur, los dos brazos de tierra que componen el país.

Mientras preparo el viaje he leído crónicas que cuentan que uno de cada seis nadadores se cruza en su travesía con tiburones y medusas, una fauna habitual en la zona.

Llevo días diciéndome que no me voy a dejar intimidar por los obstáculos que han superado un total de 112 nadadores de todo el mundo desde 1962. Sobre los inconvenientes debe primar que el desafío será por una buena causa, que con cada brazada recibiré el apoyo de los pacientes de cáncer de AEAL y GEPAC. Además, me siento agradecido porque la Fundación Asisa sigue confiando en mí por muy inalcanzable que parezca el objetivo. No puedo olvidar el respaldo de mis compañeros del club de natación RC7 al que pertenezco. Sumando todas estas fuerzas, este será el quinto cruce que debo superar para lograr el título internacional de los Siete Océanos.

         La resistencia es la clave para llegar hasta el final y he optado por inspirarme en una de las grandes leyendas del país: los All Blacks, el apodo que recibe la selección oficial de rugby. Seguramente habrás visto alguna vez la impresionante danza tribal que llevan a cabo antes de cada partido. Se denomina Haka y se trata de una danza ritual del pueblo maorí que ejecutan como grito de guerra o antes de luchar en una batalla. Con el objetivo de intimidar a mis enemigos: las condiciones adversas, el frío o el agotamiento, voy a preparar mi propio Haka mental.

         Serán más de 25 kilómetros que separan las principales islas de Nueva Zelanda, entre el mar de Tasmania y el océano Pacífico. No me gusta hacer cálculos pero supongo que serán más de diez las horas las que estaré en el mar.

Gracias a todos lo que me acompañáis en cada viaje. Como siempre, junto a mis comparemos de equipo, os iremos informando de cada novedad.

¡Nos vemos en Oceanía!